Paseaba por el becerril dándole vueltas a la mollera sobre la situación de desgobierno que vive Pozoblanco. Pensaba… ¿cómo hemos podido pasar, en tan poco tiempo, de ser un pueblo donde bastaba un apretón de manos, serio, trabajador y emprendedor, a la situación actual de esperpento donde, además, estamos acabando con la imagen de Pozoblanco?

Continuaba mi paseo subiendo por el arroyo la condesa; dejé atrás cantarranas y levanté la cabeza al pasar el cruce con la calle Séneca frente a la zona y, de repente,  se me vino a la cabeza la palabra enrea y empecé a reír recordando anécdotas de la niñez mientras rememoraba vocabulario tarugo de antaño.

De niño me gustaba aprender de las personas mayores y solía acudir a las tertulias que mantenían sentados sobre una piedra en el torilejo, en el tubo del peñascal, o por el mercao. Fue en esas charlas donde escuché por primera vez la palabra enrea, palabra que normalmente iba seguida de un mote para identificar a la persona en cuestión.

Se le llama enrea a la persona que se dedica a encizañar, a maquinar, a crear discordia, confundiendo a los demás y creando división y enfrentamiento entre la familia, vecinos y compañeros, generalmente buscando sacar provecho y beneficio para sí. Suelen ser personas de poca sesera, cierta labia y gran capacidad para inventarse historias, mentir y engañar. Personas  que un día dicen una cosa y al día siguiente lo contrario, que desconocen lo que son la vergüenza, la ética y el sentido del ridículo, pero tienen cierto aquel para encandilar a zoquetes e insultar a la inteligencia de las personas… en fin, un zascandil más amante de apoyar el codo en la barra que de agachar el espinazo.

Mis pasos, en principio, se dirigían al Pozoviejo, pero quise dar un rodeo para acercarme a la calle el Toro. Al mirar la calle se me acabó la risa y me entró cierta tristeza ¡Qué buen pueblo si tuviera buenos gobernantes!

Pensaba… ¡Qué distintas serían las cosas hoy, si hace unos años, cuando se reformó la calle, se hubiese aceptado nuestra propuesta para hacerla peatonal! Los lumbreras de antaño no tenían visión de futuro y los de ahora no tienen ni visión, ni futuro.

Si algún porvenir a medio plazo tiene la calle comercial es incrementar la oferta, hacerla verdaderamente peatonal y atractiva para pasear y hacer compras, tratar con generosidad a los que nos visitan y facilitar el aparcamiento. La propuesta de cerrarla al tráfico sólo los domingos y festivos me recuerda al pasado y sus “buenas costumbres” como el paseo dominical a la salida de la misa de las doce.

Aligero el paso para no llegar tarde a mi cita, pero al pasar por el Ayuntamiento, recobro la sonrisa al venir a mi mente nuevas palabras como chapuzas, mediosdías y malas yuntas.

Para terminar quiero resumir en la siguiente frase la falta de limpieza de nuestro pueblo en todos sus niveles, viaria, moral e institucional.

“Qué bonito está mi pueblo cuando paseo por sus calles, entre cagás de paloma  y mojones de perro”.