La Virgen de Luna ya descansa en su santuario de la Jara después de que la Cofradía de Pozoblanco cumpliese con la tradición de regresarla en Domingo de Pentecostés. Con la Romería suspendida por el Covid-19, esta vez no hubo tanta soledad y la patrona de la localidad fue portada a hombros por hermanos de la cofradía, que se fueron relevando a lo largo de los catorce kilómetros del trayecto que separa la localidad del santuario.

Con la salida prevista para las seis de la mañana, hubo que esperar porque la lluvia hizo acto de presencia. A las seis y seis minutos la Virgen quedó a las puertas de Santa Catalina donde medio centenar de personas esperaban su salida. Catorce minutos después comenzó un camino donde la lluvia no desapareció, con lo que hubo que cubrir a la Virgen, y que tuvo otra parada en la Cruz de los Lagartos donde la despedida fue en forma de oración.

Quedaba el último tramo para decir adiós a Pozoblanco, una despedida que se produjo en el Arroyo Hondo ya con la Virgen emprendiendo el camino hacia su santuario hasta donde siguió acompañada por decenas de personas y por la lluvia que no cesó hasta poco después de la entrada de la patrona de la localidad en el santuario. No obstante, desde la Cruz de la Cogochuela hasta la entrada en el templo se retiró el plástico que la recubría para que luciera con mayor esplendor en un tramo donde la esperaban ya más devotos.

Y es que a pesar de no haber romería hay quien no hay querido renunciar a hacer el camino de llevada, bien al lado de la Virgen, o a una hora más tardía para despedir a la patrona de la localidad, que mañana, Lunes de Pentecostés, llegará a Villanueva de Córdoba. La Virgen quedó en su santuario entre el toque de las campanas y vítores de quienes se trasladaron hasta allí.