Javier Pozuelo Benítez, el pregonero del carnaval de Pozoblanco 2017, conoce la fiesta desde dentro, no solo la fiesta vivida por él, sino el arte carnavalesco. Conocedor de lo que son capaces de transmitir un puñado de pasadobles y cuplés exaltó el carnaval a través de su propio lenguaje. Un romancero basado en el humor y unos cuantos pasadobles, con todos sus tipos de fondo, le bastaron al pregonero para poner al carnaval en su sitio y para reivindicar su importancia porque “no somos carotas ni perdios”.

Vuelve ya el 3×4, el 3×4 vino con los ladrones, vino con los salseros, también lo trajo un viejo chirigotero que se entregó por Cai. Y le dieron por saco. Ayyy con el chintataratachin, ayy chintataratachin…”. Con una letra de aquella mítica chirigota de “Las viudas de los bisabuelos del 55” interpretada por el pregonero y por el autor de esa música, Manuel Sánchez Alba “El Noly”, comenzó un pregón que navegó por la historia personal y carnavalesca del protagonista.

Mientras esas viudas conquistaban la cuna del carnaval, Cádiz, Javier Pozuelo salía en su primera agrupación gracias a un amor por la fiesta que vivió en familia y con sus padres entonó el primer pasadoble. Una letra de 1992 donde aquella agrupación de “Los Llanos” ya reivindicaba la necesidad de un teatro para Pozoblanco añorando el antiguo “San Juan”. Y la vida esta noche permitió que uno de los hijos de dos de aquellos integrantes realizara el primer pregón de carnaval en el Teatro “El Silo”. Momento para reivindicar la fiesta como cultura.

Las melodías siguieron sonando en el mostrador de la Viña, un mostrador que se trasladó hasta Pozoblanco y donde el pregonero se reunió con personas vitales en su trayectoria carnavalesca para seguir demostrando que el carnaval, a veces, se convierte en poesía. Junto a Fran Vélez, Pedro Guijo y José Luis Ballesteros regaló momentos sublimes que quedarán enmarcados en la historia de los pregones pozoalbenses. Mágicos.

Y si los tipos de Benítez dieron vida a un sobrio escenario, allí también se mezclaron los nombres de cada una de las personas que han acompañado al pregonero a través de su historia carnavalesca particular. Por eso, sobre el escenario también pasaron sus amigos, los de siempre, con lo que también improvisó un pasadoble con origen en la Tacita de Plata. Y puestos a cantar, le cantó el pregonero al amor, al suyo, a su mujer a la que dijo querer porque “nuestra vida es un carnaval”.

Con esa misma frase concluyó Javier Pozuelo la exaltación del carnaval pozoalbense, no sin antes tirar de su particular romancero para darle una pasada a la actualidad local. Eso y con un popurrí, como mandan las leyes de esta fiesta concluir el repertorio, finalizó un pregón que emocionó e hizo reír a partes iguales y donde se coló un mensaje a quienes dan vida a nuestro carnaval, que los años sabáticos no minen la riqueza y el potencial de la fiesta. Lo dijo el pregonero, que para cerrar el ciclo supo reírse de sí mismo.