El diccionario de la RAE define canalla en la acepción coloquial como “gente baja y ruin”. Pablo Iglesias lo es. El hecho de sacar rédito político sobre la marcha y a raíz de la muerte de una rival política lo convierte en eso, en un canalla. Cualquier persona, cualquiera, merece un mínimo respeto y de decencia por parte de su entorno ya sea amigo o enemigo.

La cuestión, que no es leve, es algo que a los españoles, nos encanta: hacer leña del árbol caído. Cierto es que Rita Barberá, la fallecida, no se merecía en mi opinión, y es sólo mi opinión, un minuto de silencio en el Congreso de los Diputados. No se lo merecía por lo controvertido que era el personaje público sin olvidar además que estos homenajes políticos no han de hacerse en caliente ya que pueden dar lugar a la controversia por parte de los amigos y enemigos de la finada.

La cosa ha sido deleznable y vomitiva por parte de aquellos que la dejaron sola y abandonada ante unas acusaciones de corrupción que ahora dicen excesivas pero que en su día ponían líneas rojas para coger el dichoso sillón del gobierno patrio. Canallas ellos y ellas. No hay que olvidar sin embargo que la muerta en cuestión fue una canalla, por ruin y despreciable, cuando se mofaba y hacía burlas a los familiares de los fallecidos del accidente del metro de Valencia. No es poca cosa.

El presidente del Gobierno, otro, afligido y apenado se presenta en el funeral de la que fuera senadora del grupo mixto porque “era amigo de Rita Barberá”. Señor Rajoy los amigos cultivan la lealtad y usted no fue leal con ella. Esto es algo que sabe y, es más, que le duele. Bienvenido al mundo de los mortales, de los que sentimos culpa y buscamos perdón.

No quiero quedarme atrás en esto de la canallesca y sé que por escribir esto me he convertido en uno más pero sentía la necesidad de explicar algo que parafraseando a Pérez-Reverte venía a decir que “todo ser humano es un hijo de puta (léase canalla) en potencia o en vigencia ”. Cada vez me lo creo más y en días como estos, los que la llenaron de gloria después de defenestrarla y los que aprovecharon el tirón para apuntarse un tanto, todos, nos convertimos en unos canallas.