A Luci Naciones 1 (tercera época)

(22-febrero-2015)

Querida Luci:

Creo que en mi vida y en la de muchas personas, aunque nos neguemos a reconocerlo, existe algún suceso inesperado o azaroso que modificó, más o menos, nuestro proyecto existencial; los planes que trazábamos para nuestro futuro o que, un día, nos puso en un camino o en un lugar al que jamás habíamos sospechado que llegaríamos.

Serendipity es un término que, en el marco de una investigación, hace referencia a un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando en realidad se perseguía otra cosa. Es, también, la habilidad de una persona para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que buscaba y, en general, se puede denominar así a la casualidad, coincidencia o accidente.

Los dos párrafos anteriores vienen a cuento porque yo me encontraba en la búsqueda afanosa y callada de llegar a ser una “persona humana” y: ¡Serendipity! Descubrí el carnaval. En Prode me encargaron unas letrillas para un taller con personas discapacitadas, empleados y voluntarios, para cantarlas allí y en la calle, durante las fiestas carnavalescas. Te confieso que, por aquel entonces, yo pensaba que el cuplé era materia exclusiva de Sara Montiel y los únicos pasodobles que conocía eran los que tocaba la banda de música en los toros y verbenas.

Te diré que salí ganado pues, a cambio de mis letrillas, recibí mucho cariño, alegría, ternura,… y, hablando con unos y con otras, incluso aprendí algo de carnaval. Aquel taller, de momento, se halla hibernando y yo, de momento, si he podido, no he sabido decir que no a nadie que haya venido a casa a pedir una letrilla. Otra cosa es como me hayan salido.

La vida no siempre nos muestra su mejor cara y, cuando menos me apetecía y pensaba que no iba a saber, me piden escribir una comparsa: La Terminal. Ya la has visto en el Gran Teatro de Córdoba, en El Silo, en la calle,… y hasta en el Youtube. Tampoco te creas que la he compuesto yo solo. Me han ayudado mucho con ideas, críticas, apuntes, correcciones,… y los sufridos comparsistas han demostrado que las letrillas sólo alcanzan algún valor cuando se cantan. Ese es el mérito de estos cantores aficionados: convertir, como por arte de magia, una letra en una copla. ¡Casi na!

Sé que el carnaval no siempre goza de buena prensa y puede que, para muchos, las conductas de los carnavaleros (así, generalizando, a lo bestia) no resulten, en absoluto, edificantes. No seré yo quién defienda o ataque a este gremio que, para nada, me necesita. Allá cada cual con lo que hace y con lo que dice, con lo que canta y con lo que escucha. A mí, cada día me gusta menos arreglarle la vida a nadie ni decir lo que se debe o no se debe hacer. En que me veo de apañarme lo mío.

Querida Luci, quiero contarte algo que muy poca gente conoce, la fotografía que ilustra esta carta fue tomada momentos antes de subir al escenario para cantar en la final del Gran Teatro de Córdoba, en ella vemos como esta actuación histórica, única, gloriosa,… se dedica a Paula, una niña que lucha contra la leucemia. Este gesto nos involucra a todos y nos implica en su pelea y en sus ganas de vivir. ¿Comprendes ahora por qué, a pesar de que alguno de los cantantes subió a esas tablas con fiebre y que varios se encontraban más para estar acostados que para salir a un escenario, se cantó de aquella manera? Sí, detrás de las pinturas y el disfraz siempre hay seres humanos que se emocionan y nos emocionan.

Yo que soy un carnavalero de tercera división, me he sabido casi de primera. Con mi lazo dorado en la solapa, acercándome al dolor y a la esperanza de las personas (algunas muy cercanas y queridas) que quieren ganar la batalla al cáncer, sentí que esto, si no imprescindible (muy pocas cosas lo son), es una suerte muy grande haberlo vivido. Soñando un sueño que vuela alto (como los de La Terminal) desde aquí, con humildad y con toda mi energía, lo suscribo: ¡Va por ti Paula! Ahora que te conocemos, todos vamos a luchar contigo y a estar de tu parte.

Y ¡Serendipity! Yo pensaba que había llegado a La Terminal para escribir unas letrillas y descubro que, en realidad, me han regalado ser más “persona humana”. Salvo que me embargue mucho la emoción, por timidez, no suelo gritar en las actuaciones carnavalescas. Pero, ahora que no nos oye nadie, permíteme que lo diga: ¡Esto (también) es carnaval! Y más agradecido que nunca: ¡Esto si que es una gran comparsa!

 

Tuyo afectísimo