No hubo unidad de acto en la sesión plenaria del pasado lunes en Pozoblanco y los grupos de la oposición pudieron plantear las cuestiones que estimaron oportunas en el apartado de ruegos y preguntas que se fue más allá de las doce de la noche, en parte por la incapacidad de articular un debate coherente y estructurado en la primera parte de la sesión. Pero volviendo a la última parte del pleno había dos cuestiones meridianamente claras: se presenciaría el enésimo enfrentamiento entre Santiago Cabello (PP) y Auxiliadora Pozuelo (PSOE), un clásico que no falta en las últimas citas, y se abordaría el tema de las licencias de las terrazas. No hubo fallo.

Los tres grupos de la oposición preguntaron al equipo de gobierno, concretamente al alcalde, Santiago Cabello, y al concejal de Comercio, Pedro García, sobre la rocambolesca situación creada después de que decenas de expedientes quedaran sin respuesta administrativa y el primer edil tuviera que firmar un decreto excepcional en los días previos a la Semana Santa para que los hosteleros pudieran instalar las terrazas y veladores. Ese decreto fue ampliado hasta el día 1 de mayo y esta misma semana el tema tendría que haber quedado zanjado.

Hasta aquí un relato que también tiene otras anotaciones. En la sesión plenaria el primer edil indicó que el problema de las terrazas responde únicamente a un fallo en la gestión del expediente por parte del técnico de turno ya que, según la versión oficial ofrecida, los expedientes no llegaban con los informes y firmas pertinentes para que el alcalde estampara su rúbrica. Esta explicación fue aportada con seguridad y vehemencia por Santiago Cabello y fue ratificada por Pedro García, con mucha menos convicción, posteriormente. ¿Asunto zanjado? No.

El alcalde no contestó a esta cuestión hasta el segundo turno de preguntas y no obtuvo, lógicamente, réplica de los miembros de la oposición salvo una intervención de la portavoz socialista que no se centró únicamente en este tema. Si hubiera existido ese turno de réplica quizás se le podría haber preguntado al alcalde desde cuándo se venía dando la situación irregular que él mismo había descrito o se le podría haber cuestionado si las primeras peticiones de hosteleros se registran en el mes de diciembre por qué hay que esperar cuatro meses para solucionar el problema. Pero las preguntas también habrían podido mirar al concejal de Comercio para saber por qué su versión ha variado y, principalmente, por qué si el alcalde lleva razón, tal y como él afirmó, no se retractó de las palabras y acusaciones que le dedicó en una conocida red social donde lo hizo responsable de la situación de paralización.

Está claro que la política se ha convertido cada vez más en un mero espectáculo, donde los análisis han quedado relegados a pequeños rincones, un lugar donde acercarse a la verdad es complejo ante la maraña de intereses suscitados. Ante este panorama hay ocasiones en las que se nos piden auténticos ejercicios de fe para creer, luego descreer y más tarde volver a creer. Y así, confiar vuelve a ser otro ejercicio de fe.