De Pozoblanco hasta Hungría pasando por Granada o Islandia. A grandes rasgos ese es el camino seguido por el pozoalbense José González Dantas en su carrera profesional en los banquillos del deporte por el que se decantó, el baloncesto. A principios de año recibió una llamada que le condujo hasta el banquillo del Sopron Basket, subcampeón de la Euroliga Femenina, para ejercer de ayudante de Roberto Íñiguez. Hoy nos acercamos a la historia de alguien que tuvo siempre muy claro que quería que su carrera profesional estuviera ligada al baloncesto, incluso cuando empezaba su andadura en el Juan Sepúlveda de Pozoblanco.

Porque cuando José González relata el camino que le ha llevado hasta Hungría pone el punto de partida en ese pabellón cuando «siendo jugador cadete y junior el Club Baloncesto de Pozoblanco me propuso llevar a un equipo de benjamines y junto a un compañero acepté». Luego llegaron los años de Universidad en Granada donde el hoy ayudante de entrenador estudió la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte desvinculándose en cierta manera de los banquillos. Los lazos volvieron a unirse cuando «enfoqué el prácticum al entrenamiento deportivo de baloncesto» y ahí encuadró otra de sus paradas, el Club Baloncesto La Zubia.

En el club granadino llevó a varios equipos de distintas categorías, viviendo algún ascenso y disputando fases de ascenso a liga EBA, aunque el punto de inflexión llegó en el verano de 2016 cuando su participación en algunos campus de baloncesto le permitió conocer y entablar amistad con Eloy Doce quien posteriormente ficharía por el Selfoss de Islandia. «Eloy fichó por un equipo de Segunda División masculina y me llamó si me quería ir de ayudante y preparador físico y allá que me fui», explica. Fue la primera parada internacional.

«A nivel deportivo la experiencia fue muy bonita porque llegas con mucha ilusión, es todo nuevo, estás algo perdido, es cierto, pero estás con la adrenalina de querer aprender», apunta para detallar que también se «hizo duro por las características del país, el no tener horas de luz. Los jugadores no todos eran profesionales, algunos tenían que compaginar el trabajo con el baloncesto y eso nos dificultada hacer, por ejemplo, dobles sesiones». Así las cosas y aunque le ofrecieron renovar, lo personal y lo anímico se impusieron y se produjo la vuelta a Granada.

Al menos esa era la intención porque en septiembre llega otra llamada que hará cambiar su destino y vincularse al baloncesto femenino. José González recae en el Club Baloncesto Bembibre para ser el ayudante de Fran García y ejercer también de preparador físico. Aterriza, por tanto, en la Liga DÍA y sigue atesorando una experiencia que le permite renovar en la temporada 18/19 su compromiso con el club leonés, a pesar del cambio de entrenador. Pero de nuevo una llamada cambió el rumbo y puso otra parada en su carrera profesional.

Próximo destino, Hungría

Con la temporada ya empezada, a principios de 2019, llega la propuesta del Sopron, es decir, del actual subcampeón de la Euroliga Femenina, y el poder estar al lado de Roberto Íñiguez «un entrenador muy contrastado con mucha experiencia, me surgió la oportunidad y no me lo pensé». El club leonés no puso ninguna objeción y José González voló para vivir su segunda experiencia internacional, en la que ahora se halla inmerso. Una experiencia radicalmente diferente a las vividas hasta la fecha porque toca jugar en dos competiciones y eso implica un trabajo exhaustivo cada día.

Pero, ¿cómo es una jornada de trabajo para José González como miembro del cuerpo técnico del Sopron? «Suelo salir de casa a las ocho de la mañana para llegar al pabellón sobre las 8:30 horas. De 9 a 11 tenemos el primer entrenamiento y después nos quedamos en la oficina para planificar la segunda sesión. Vemos lo que queremos trabajar, si tenemos algún tema de vídeo, si hay trabajo individual o de vídeo con alguna jugadora, también de ‘scounting’. Nos vamos a comer sobre las 13 horas y a las 14:30 seguimos con el trabajo abordando cuestiones como el análisis de los rivales o las estadísticas. De 17 a 19 horas tenemos la segunda sesión de entrenamiento del día y después hacemos un post entrenamiento valorando todos los aspectos y pensando ya en el día siguiente. Llego a casa sobre las diez, diez y media de la noche».

«Lo cierto es que el ritmo de trabajo es tan alto que te puedo decir que no he tenido tiempo de visitar la ciudad, ahí es donde he visto la gran diferencia, el hecho de competir en liga nacional y después en euroliga. La exigencia es máxima», narra. Pero esa exigencia aporta también una experiencia a otros niveles como la profesionalización, lo que mueve un deporte a estos niveles, la prensa, el ambiente en los pabellones o los viajes para medirse a los diferentes rivales. Todo ello en su segunda experiencia en el baloncesto femenino, un baloncesto al que se acerca igual que al masculino porque «lo único que tienes que saber, independientemente de a quién estás entrenando, es cómo tratar a las personas, en eso no hay distinción».

Futuro

En Hungría ejerce de ayudante de entrenador dejando a un lado la parcela de preparador físico, una inclinación de la balanza que es la que le gustaría que se siguiera manteniendo. «Me gustan las dos facetas, pero si puedo elegir sería más de entrenador, me gusta estar metido en temas de entrenamientos, de diseño de tareas, en detalles», puntualiza. ¿Y ser el primer entrenador? Eso no lo descarta en un futuro pero tiene claro que «a día de hoy tengo que valorar que he estado con varios entrenadores, que tengo que seguir aprendiendo y si algún día llega ser esa oportunidad pues tengo que estar preparado. Es algo que todavía no me planteo a estos niveles».

De momento está sembrando y en este punto agradece a quienes le ayudaron a entrar en esta rueda, a Eloy Doce y Fran García, aunque tiene claro que «es tu trabajo el que habla de ti, mantenerse es complicado». Atrás quedaban los consejos de quienes le animaban a estudiar oposiciones y «buscar un trabajo estable». «Quiero vivir del baloncesto, ahora mismo puedo hacerlo, sé que puede parecer una locura, pero yo quiero intentarlo y luego pues ya se verá», sentencia. De momento, el partido lo tiene de cara.