Con susto incluido en la jornada del viernes por las inclemencias meteorológicas, en forma de lluvia, el FolkPozoblanco ha sabido reponerse, un año más, a cualquier revés y la música tradicional ha estado más presente que nunca gracias a un Festival que está más que consolidado como se ha demostrado en la vigésimo séptima edición del mismo.

Y decimos que ha sabido sobreponerse a cualquier revés porque no es fácil hacerse un hueco en la apretada agenda, que en ocasiones, plantea Pozoblanco y este ha sido un fin de semanas de esos donde parece acabarse el mundo en forma de actividades. Con todo, el Folk volvió a triunfar en una de sus apuestas de los últimos años, esa que pone el foco de atención en los más pequeños y el espectáculo Pepica y Los Bichejos cumplió con las expectativas.

La jornada del viernes la abrió Wyrdamur con un pasacalles que animó a todos aquellos que quisieron disfrutar de la música en directo y también a los que se toparon con esta banda que supo animar al más puro estilo medieval. Tomaron el relevo Olga y Los Ministriles, una de las grandes apuestas de esta edición, y que pusieron de relieve parte de la música tradicional aragonesa, apoyando su espectáculo fomentado también la danza tradicional de la región. Finalmente, el concierto al aire libre de La Banda Morisca transcurrió con normalidad y la velada folk con el grupo jerezano puso el punto y final a la segunda jornada de festival.

El patio de «La Salchi» fue el escenario elegido para cerrar esta edición del Folk en una jornada donde la música tradicional murciana compartió protagonismo con el grupo anfitrión, Aliara, en la jornada que registró mayor afluencia de público. Mujeres con raíz y el grupo pozoalbense viajaron por los resquicios de la tradición, cada uno a su forma, pero ambas propuestas dejando claro que el mantener viva la tradición oral, la música y la danza es un trabajo arduo que merece la pena. Y de eso da muestra cada año el FolkPozoblanco.