Me cuesta entender lo que le pasa en la actualidad al Partido Popular de Pozoblanco, como en su día me costó comprender por qué el Partido Socialista permitió su desmoronamiento en la localidad. Se le supone a estos dos grandes partidos cierta enjundia y capacidad para resolver las crisis internas que se puedan originar de una manera menos precipitada que la que nos ocupa. No se consigue entender en qué anda pensando un partido con vocación y posibilidades para gobernar, que hace cuatro años consiguió ser  el partido más votado en Pozoblanco por primera vez en la historia, un partido que tiene a su «principal enemigo» dividido en dos, sin candidatura y dejando entrever su débil situación a estas alturas de la película. No consigo entender que un partido como el PP ande buscando a la desesperada un grupo de gente para sacar una lista -y que no me digan que no porque en el día de ayer alguna negativa ya cayó-. No lo entiendo.

Y no consigo entender las razones que pueden llevar a hacerlo tan mal cuando lejos de la sede y de las entrañas del partido la situación se veía venir de lejos. La excusa de las elecciones autonómicas para posponer la presentación de la candidatura fue eso, una excusa, porque en otros municipios de la localidad los comicios andaluces no fueron un impedimento para ir presentando a candidatos y el problema era de otra índole. Un problema de forma de ver las cosas de manera diferente desde Pozoblanco y desde Córdoba, pero no se crean que esas discrepancias se remontan a hace un mes o dos, no. En la capital no se entendió la pérdida de la alcaldía por parte del actual grupo municipal y eso es una losa que a Baldomero García le ha pesado en estos cuatro años de legislatura.

En Córdoba quieren limpia, como la quisieron hace unos años cuando retiraron del panorama a históricos del partido para colocar a la ejecutiva encabezada por Baldomero García, el problema es que cuando las cosas se hacen a la fuerza los resultados que se suelen cosechar no son los mejores. Los dirigentes populares de la capital están siendo extremadamente poco precavidos al dejar meridianamente claro que sus opiniones se convertirán en imposiciones y eso no le suele gustar a un pueblo que se quiere sentir partícipe de sus movimientos y no depender de nadie que de vez en cuando se deje caer por aquí. Tampoco la ejecutiva local ha sabido moverse y a día de hoy creo que siguen sin saber interpretar lo que hace cuatro años dijeron las urnas, pero más allá de eso, el Partido Popular se ha quedado sin parte de sus miembros de siempre, no se ha optado por la unidad, por escuchar al sector crítico del partido, incluso las Nuevas Generaciones desaparecieron en la nada del olvido. Solo hay que acudir a un pleno o a un acto del partido para saber quién estaba y quién queda. Y esa autocrítica la deberían hacer para aprender de los errores.

Partiendo de esa base y de la no retirada que algunos tuvieron o pudieron realizar a tiempo, lo cierto es que una vez que Ventura Redondo decidió dar el paso con el respaldo de la ejecutiva local -dicen que algunos ese apoyo se lo dieron en forma de puñalada- el acuerdo tendría que haber llegado y esta crisis silenciarla con una lista realizada de manera, al menos, consensuada. Nadie nos va a descubrir ahora a Ventura Redondo, su ímpetu a veces inconsciente, pero una vez dado el paso tocaba cerrar filas en torno a él. Y si no, que el partido hubiera hecho los deberes y esos no son otros que no dejar el futuro encuadrado en tres-cuatro meses. No. Han tenido cuatro años de legislatura para conocer sus fallos, para recuperar a cierta gente, para abrir las puertas a otra tanta y como suele pasar al estudiante que deja todo para última hora, el tren suele arrollar en alguna ocasión y el aprobado se resiste.

Por cierto, que la mala gestión del PP en la comarca no es una cosa exclusiva de Pozoblanco, ya que según las informaciones que maneja hoyaldia.com presentar candidatura se les está poniendo muy cuesta arriba en municipios como Alcaracejos, El Viso, Villaralto, Conquista o Belalcázar (y alguno más).