Tocó la vuelta al trabajo también para el Balonmano Pozoblanco, que el pasado miércoles volvió a los entrenamientos con la principal novedad del cambio de técnico. Mario Ortiz dirigió su primera sesión con su nuevo equipo al que dejó claro en la charla inicial que «el esfuerzo y la exigencia no se negocian». Con ocho renovaciones y seis caras nuevas, el club da casi por cerrada la plantilla pero deja las puertas abiertas a algún refuerzo que «venga a sumar».

Ortiz llega, después de sus años en el Cajasur Córdoba, en el Adesal y el Maravillas, para hacerse cargo de un equipo que «siempre me ha llamado la atención por su historia» hecho que provocó que «cuando me llegó la oferta sabía que, al menos, la iba a tener en cuenta. Después se concretaron las condiciones y me decidí».

El nuevo técnico analizó a una plantilla en la que «hemos intentado que no sea amplia pero sí que esté compensada para que jugadores no se tengan que quedar fuera de convocatorias y todos se sientan parte del equipo». Un equipo al que dibujó destacando que «hemos cerrado a dos buenos jugadores en portería como Triviño y Juan Antonio Romero; en el extremo izquierdo estará Javier Habas y Óscar López y hemos conseguido cerrar a Álvaro Blanco, jugador salido de la cantera del Cajasur; en primera línea ha vuelto Emilio García que se une a Paco Quirós, Andrés Escribano, Luis Enrique y hemos cerrado también a Víctor Arroyo, central del Aguilar».

También mencionó Ortiz a la última incorporación del equipo, un viejo conocido para la afición como Ángel Povedano al que definió como «un jugador con mucha experiencia, muy de club y que esperemos que nos sea de mucha ayuda».

Por último, el entrenador ahondó en el cambio de grupo al que la Federación ha sometido al equipo por lo que los rivales no serán tan conocidos. «Estábamos en un grupo totalmente controlado y ha habido sorpresa por el club y por mi parte porque se nos ha cambiado sin comunicación previa, que es lo extraño, y tenemos otros rivales pero hay que competir con los que toque», sentenció.