Los vaivenes de algunos conceptos juegan alegremente con nosotros. El análisis de los significados sorprende gratamente, casi siempre, aunque a menudo produce amargor. El vigente término de nuestro titular que asentó Zygmunt Bauman hace varias décadas –sobrepasado en kilómetros luz sobre sus planteamientos iniciales–, permite jugar amargamente con un tema tan doméstico e imprescindible como el agua. Me refiero a las graves carencias del líquido elemento en Los Pedroches.

La precariedad de abastecimiento de agua en el s. XXI, en una comarca históricamente deficitaria, debiera tener resueltos los problemas más acuciantes desde hace décadas. A finales de los noventa el sociólogo polaco acuña el término “Modernidad Líquida” para sentenciar la fortísima transformación que se operaba en el mundo. El filósofo define el profundo cambio que se produce desde un mundo estable (tradicional), sólido (“Modernidad sólida”) en la conformación de variables de espacio-tiempo, economía fluida, sociedad cambiante, trabajo…, etc., hacia otro en el que variaban a pasos agigantados los parámetros tradicionales. Lo que caracteriza nuestros días es –como él decía– líquido y fluido, completamente sujeto a cambios constantes, flexibilidad de vértigo y adaptación permanente. Hoy como nunca vivimos en parámetros (sociales, económicos, políticos…) de cambios acuciantes espacio-temporales, con medios tecnológicos que nos permiten meter al mundo en pañuelo; con sistemas financieros que de forma versátil, indolora, incolora e insípida manipulan nuestras vidas de forma inmisericorde.

Así es nuestro mundo actual. Sin embargo las Parcas,  azarosas  siempre, juegan con nuestro destino en Los Pedroches. Hace más de cien años se establecieron en los pueblos de la comarca los denominados “Tubos” de agua (Pozoblanco), que no eran otra cosa que fuentes públicas dispuestas por plazas y calles para el abastecimiento del agua. Eran la dádiva del establecimiento del ferrocarril particular de la Compañía Minero Metalúrgica de Peñarroya-Pueblonuevo, que precisaba del importante recurso natural líquido para el funcionamiento de sus máquinas e infraestructuras. Esos tubos supusieron el avance de las poblaciones con la llegada del agua de La Garganta (Brazatortas). Representaban la novedad, el cambio hacia la Modernidad de entonces: con fuentes públicas; acarreo diario de agua con cántaras y carretillas; colas interminables durante toda la mañana; una nueva versión sociológica de las fuentes tradicionales, con costes del agua, tuberos y tuberas, etc. Era no obstante la “Modernídad sólida”, porque ni el agua era la del s. XXI (en cantidad), ni el tiempo el mismo; ni las conversaciones de larga duración y enjundiosas parlamentas.

El s. XX avanzó tardo, y a trompicones, por cauces históricos de todos conocidos, con intentos variados de solucionar el abastecimiento de agua de Los Pedroches y Pozoblanco (sondeos, El Algarrobillo, Sierra Boyera, La Colada). También avanzaron, obviamente, los volúmenes demográficos, las poblaciones y necesidades de la sociedad moderna, las economías urbanitas y usos y costumbres de la sociedad de consumo y Estado de bienestar (fuentes públicas, riegos, higiene, hospitales…). Fácilmente se aprecian, en esta panoplia de transformaciones sociales y económicas intensas, las discrepancias existentes entre potencialidades acuíferas (que son mínimas en el norte provincial) y usos modernos del agua. En esta tesitura hemos llegado al s. XXI en situaciones no simplemente alarmantes, sino vergonzosas. Una demarcación geográfica con ochenta mil habitantes que no tiene agua; que ha tenido sufrir durante varios días la ausencia de un servicio tan elemental en términos gravosos de cortes totales. La fatalidad de ausencias de lluvia es la causante (claro), las averías y despropósitos…, pero la realidad resulta chirriante en el siglo XXI.

La recogida de agua diaria en las cubas dispuestas para abastecimiento elemental (con horarios…), como se hacía hace cien años en los tubos y fuentes, resulta cuanto menos estridente: cuando podemos hablar al segundo con Estados Unidos; cuando compramos y vendemos sin dinero en metálico; cuando no hace falta hablar con los amigos y vecinos en persona, porque nos lo decimos todo por redes sociales…Pues bien, en Los Pedroches el agua no es una Modernidad líquida, sino una Modernidad sólida: de recogida fehaciente de agua; de colas; de horarios y tiempos, etc.; claro que el agua se reparte más rápidamente, las conversaciones ya no existen, la distribución es más aséptica y los tuberos son profesionales. Hay que ver cómo juegan las parcas con nuestras vidas. Nos regresan cien años hacia atrás para que conozcamos la Historia. De otra manera.