El 11 de septiembre pasado mientras veía un Betis – Villarreal en la terraza del bar El Chato con Luis y estábamos esperando a Rubén, que llegaba tarde y llegó para la segunda parte del partido, pensé en todo esto. Pero no pensé en cómo hacerlo o si lo pensé no lo recuerdo bien o no con suficiente claridad. Estábamos de vacaciones y sólo cuando se está de vacaciones de verdad se puede pensar en las cosas que quieres hacer después  de que terminen. Sobre todo porque ya no hay mucha gente de vacaciones y es un momento perfecto de impás para pensar mientras ves arrancar la vida. Y sobre todo porque es septiembre. Y porque todo empieza en septiembre.

Volver es lo más difícil del mundo después de irse. O quizás es más difícil. Y quizás es más difícil porque cuando te vas piensas que quizás no vuelvas aunque lo pretendas o que quizás cuando vuelves todo será distinto; y esta es la cosa: el problema de volver o uno de los problemas de volver es el camino que haces antes de tocar la puerta que un día dejaste encajada porque tampoco la querías cerrar. Y es normal. Y no pasa nada. Y no es un fracaso porque los fracasos son metas no conseguidas y esto es la línea de salida. Abajo la tiranía de que cuando cierras una puerta abres una ventana al universo. Me cago en Pablo Cohelo.

El camino de vuelta ya no es la aventura que vives cuando te vas de ciertos sitios o de ciertas personas sino que es ese mirar atrás viendo lo pasado y asentir: nunca jamás volverás a tener más razón en toda tu vida. Si estás en el camino de vuelta: piénsalo y saboréalo. Que sepas que es una victoria. Que sepas también que es sólo una victoria: que el camino que es vivir sigue y hay más batallas y las batallas, como decía José Luis Sampedro, hay que darlas se ganen o se pierdan por el mero hecho de darlas.

Me da la impresión, por lo que leo y por lo que veo, que volver a la vida es eso: volver. Volver al tiempo pasado o a algo parecido al tiempo pasado. ¿Recuerdas 2019? ¿Recuerdas cuando justo en el comienzo de la década en la que ahora vives todo se paró? Si revisas el camino de vuelta hasta el punto en el que ahora estás y observas todo lo pasado verás muchos lugares que ya te son ajenos pero por los que tuviste que pasar y sufrir y sufrir mucho y resistir para verte ahora mirando atrás sonriendo y asintiendo mientras vienes de vuelta. Y esto nos gusta a todos, digo: venir de vuelta: la madurez no es tan terrible como la pintan. Volver es regresar a casa y que el perro ya no ladre. Soltar la maleta y esta vez deshacerla. Un extraña sensación que da paz.

Recuerdo que aquel 11 de septiembre sentados en la terraza del Chato mientras apurábamos el verano y mientras esperábamos a Rubén, Luis me dijo que volvía a casa, que se iba de Madrid porque su empresa ya le había aceptado el traslado a Córdoba para febrero. Lleva 20 días de vuelta y está feliz. Cuando Rubén llegó me dijo o quizás me preguntó o quizás me espetó que por qué no volvía a escribir: le dije que sí porque fue justo en ese instante cuando lo tuve claro. También le dije que la columna se iba a titular Volver como de vuelta venía yo en el camino hasta aquí un año después, como él también había vuelto hacía poco más de un año y como estaba a punto de volver Luis. Pues eso, que estamos de vuelta todos. De vuelta en casa. 

A mis abuelas María y Ángela que ya no están pero no se han ido.