Y finalmente dejó de llover, parecía pues que la tormenta había cesado, comenzaban a vislumbrar los primeros destellos de claridad tras la tormenta. No quedan lejos aquellos años en los que abusábamos de la frase… “que estamos en crisis”, debido a que por ese entonces añadíamos la frase en cualquier situación en la que con cierto pitorreo queríamos dar a entender que estábamos privándonos de excesos (no lo hacíamos).

Este principio era la España despreocupada, país que por aquel entonces disfrutaba de un derroche  soberbio, donde los gobiernos vigentes hacían uso del dinero público para la solvencia de cualquier capricho espontaneo, el activo de las arcas del estado era el medio para hacer experimentos no estudiando las repercusiones y donde los referentes empresariales eran magnates del ladrillo que habían sido espabilados a la hora de comenzar con el “business” del cemento y el hormigón. Aquella España fanfarroneaba de ser nación de paro cero (mantenerse en nivel natural de desempleo), alardeaba de bienes y rentas y algunos expertos en economía ya se temían las consecuencias de la resaca de consumo del país.

Nadie se salvaba de la vanagloria económica española, es más, las entidades de crédito dejaban a un lado su “carácter egoísta y codicioso” debido a que estos agentes comenzaron a ceder su preciado dinero en forma de créditos y préstamos a personas que querían subirse al carro del dispendio monetario sin prácticamente cerciorarse de la solvencia y garantía de estos sujetos. En ese momento ilusiones y metas alabadas hasta ese momento como eran la formación y la enseñanza para una futura estabilidad económica se disipaban de entre los planes de los miles de jóvenes que comenzaban a trabajar en la industria de la construcción. ¿Quién era el listo que pasaba años frente a un flexo pudiendo tener todo lo deseado gracias al ladrillo? Por ello, podemos asemejar el funcionamiento del sistema crediticio de España con la concepción que tienen los niños de los bancos, papá para que preocuparte por el dinero si cuando se te acabe puedes sacar más en el banco. Ojalá fuese ese todo el problema, tener que desplazarse al banco cuando nos falte cash. 

Con todo lo dicho, lo que aún no acabo de comprender es como la avaricia no rompió el saco antes, esta actitud nos ha acompañado desde el 2007 (aproximadamente) hasta el presente, pobre de aquel que portaba el saco. Volvemos de nuevo a la mención de la frase con la que comenzaba el comentario, pero esta vez en mayúscula; “QUE ESTAMOS EN CRISIS” (también podríamos añadir alguna admiración), no podemos quejarnos debido a que no hemos hecho nada por frenar el boomerang que lanzamos en 2007 y que ahora vuelve con más fuerza; las risas se transformaron en miedo, los créditos en deudas y los ambiciosos proyectos en embargos y bancarrotas. Los principales agentes de consumo: familias, empresas y gobierno pasaron a ingeniárselas para comenzar a ahorrar como nunca antes lo habían hecho, de este afán por economizar surgieron los métodos (muy a nuestra manera); el gobierno y sus artífices “ahorraban” con lo recaudado, las familias de la evasión y las empresas a través de la perspicacia, el ingenio y el arte de la economía sumergida. Entendamos esto como el aliciente perfecto para la contribución a destrucción total del compendio nacional.

El mal de muchos dicen que es el consuelo de tontos, España necia. Cuando la recesión cobró las primeras víctimas en el contexto europeo; muchos fueron los países que cayeron al suelo (como nosotros) y a día de hoy; pocos, España uno, siguen en el piso.  Con esto me acerco donde quiero llegar pero antes debemos de reflexionar sobre lo anteriormente comentado y dejar a un lado el culpar al resto de elementos de ser causante de las situaciones y problemas que vivimos, pero debemos de reconocer (aunque sea por una vez) que somos responsables de la situaciones en la que estamos inmersos, se recoge siempre lo que se siembra (no sea precisamente el proverbio más adecuado en este caso). Está en manos de todos y cada uno de nosotros comenzar con la regeneración del sistema que está dañado, un gobierno no tienen la competencia suficiente para solventar los errores, cada granito de arena contribuye a cubrir el bache y es fundamental el recobrar el espíritu de superación y buscar la empatía de entre los miembros de la comunidad y cosechar la sinergia necesaria de entre los integrantes de la comunidad para comenzar a revestir los charcos que dejó la lluvia.