Se escucharon en el Teatro «El Silo» las voces de Paco de Lucía, con el mar de fondo, explicando que «cuando el estímulo es el hambre, es muy fácil, pero cuando el estímulo es llegar a ser un buen guitarrista, el mejor si es posible, ahí ya es mucho más complicado, es mucho más complicado porque el espíritu es insaciable«. Se escuchó también la voz de Camarón, la de Enrique Morente, la de Moraíto y también la de Antonio Gades. No se escuchó pero se vio a Carmen Amaya. Seis figuras del flamenco a las que Sara Baras les rinde homenaje en su espectáculo «Voces», una mezcla entre la nostalgia por quien ya no está y la alegría por el legado que permanece. Dos horas de espectáculo con el flamenco como único hilo conductor y argumental.

Sin grades artificios en la puesta de escena, innecesarios, y con las imágenes de los seis maestros en la retina arranca un espectáculo donde el negro es el color predominante. Un negro de luto, de respeto que va dejando paso, poco a poco, a un blanco roto, al rojo pasión y al verde esperanza. Baile y música, conexión necesaria, se dan la mano a ritmo de soleás, bulerías o seguirillas que son interpretadas magistralmente por Sara Baras, por José Serrano, por Baras y Serrano y por un cuerpo de baile que engrandece un montaje en el que las guitarras y las voces flamencas sobresalen con elegancia.

«Desde la libertad de un corazón flamenco nace Voces. De un corazón que baila su propia música, que late a su propio compás, que reza al viento para ser escuchado más allá de donde venimos, más allá de lo que nunca imaginamos. Es una voz que lucha por ser el eco, eco de aquellas voces que nos emocionaron, que nos inspiraron, manantiales serenos y claros de donde aún hoy seguimos bebiendo para alimentar nuestras raíces«. Inspiración y vuelta a las raíces más íntimas, a ese flamenco tan nuestro, a esa cultura que hicieron grande esos maestros a los que ayer Sara Baras «miró» a la cara con un respeto máximo y a los que ofreció otra parte de esa cultura, con la garra y la pasión que le pone la Baras a cada pieza que interpreta.

El homenaje que la artista gaditana ofreció a maestros que han sido, son y serán parte viva del flamenco, le fue devuelto por un público que esta vez no llenó -ya se sabe que la calidad en «El Silo» no se mide por número de entradas vendidas- pero que dejó pocos huecos en la tercera vez que tenía la oportunidad de ver a la bailaora. Baras no quiso despedirse sin dirigir unas palabras a ese público que aplaudió cada interpretación, especialmente las de la propia artista y las de José Serrano. Y aunque con lapsus incluido, indicó que le habían chivado que había inaugurado «El Silo», algo que hizo Serrat, tuvo tiempo para dedicarle otras bonitas palabras a uno de sus maestros, según indicó, y que estaba presente en el público, Antonio Canales. Se cerró la noche con voces y bailes flamencos.