A John Lennon se le atribuye la frase: “La vida es aquello que ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes”; y John Lennon llevaba razón: mientras es aquel tiempo que ocurre hasta que se realiza aquello que se expresa. Hay definiciones bellas de la vida, pero creo o casi creo que esta es una de las más bellas que puedes leer en el diccionario: porque la define exactamente así.

Mientras se enfrían las cervezas en la nevera azul de asa blanca bajo la sombra de la sombrilla a los pies del mar al que has sido capaz de llegar este verano y el hielo se funde cuando sube de cero grados, que es su punto de fusión exacto, dejando que las gotas de agua se condesen en el cristal del botellín que luego gotearán a tu bañador cuando lo abres, justo antes de dar el primer trago de tus merecidas vacaciones, es exactamente entender qué es mientras, es decir; qué es la vida. Esa gota de agua que se hace mancha en tu bañador y se evapora a tragos fríos de cerveza.

La verdadera naturaleza de verlo todo ocurrir es el detalle de ver la luz y la belleza en lo cotidiano. Recuérdalo: cada lunes, aunque pese, cuenta. Ayer, Luis y yo, más Luis que yo, hicimos una riquísima fideuá para nuestra gente a los pies de una piscina justo cuando el sol más apretaba. Y entonces me di cuenta de todo esto: el tiempo que inviertes en preparar todo lo que va a ocurrir después en un trozo de acero a más de 100 grados es vivir: igual que es vivir comerse cada tenedor de esos fideos con alioli: y todo ocurre mientras.

Piensa en el tiempo que tardas en llegar al trabajo. Y piensa en todo lo que piensas durante ese trayecto. Y piensa que en realidad da igual si eso que piensas te arregla la vida o te la estropea: ese mientras llegas es un proceso que te ayuda a vivir o quizás te hace vivir. Al final es todo lo mismo: congelar tuppers el domingo para comer el miércoles porque no te da la vida para más. ¿Y mientras? Están los martes que hay mercadillo. Bragas y calzoncillos a euro.

Todo lo que ocurre desde la cuna al ataúd es mientras. Cocinar, correr, limpiar, conducir, congelar, disfrutar, amar, defraudar y enorgullecer, desquiciar, beber y fumar, dejar, engañar, leer y escribir, construir y destruir: y todo esto no es más que cumplir: cumplir años mi vida. Cada década es un mientras: la espera de lo viene. Y es la hostia. Y hacerse mayor está bien: sobre todo porque has tenido el detalle de no morirte.

Lo más complicado de tatuarte no es el rato en el que un tipo tatuado te pincha con una máquina terrible durante horas: lo más complicado es el diseño de algo que va a estar en tu piel toda tu vida. Eso es mientras: convencer a un tipo tatuado que tatúa de que aquello que te vas a sangrar con tinta en la piel para toda tu puta vida es serio y decente. Y no es un infinito, Pedro.

John Lennon tenía razón. Y tenía razón porque se lo podía permitir: nosotros a veces no podemos; pero cuando podemos sabemos que darnos cuenta de lo que ese tiempo que ocurre hasta que se realiza aquello que se expresa es la maravilla de disfrutar y vivir. De vivir mientras.