Nadie pensó aquel Jueves Santo de 2019, cuando la Cofradía Salesiana del Cristo del Perdón y Nuestra Señora de la Amargura tuvo que volver a la iglesia de María Auxiliadora de manera precipitada por la lluvia, que habría que esperar dos años más para volver a vivir un Jueves Santo de puertas hacia fuera. Cada Cofradía y Hermandad tiene su propia historia esta Semana Santa catalogada de «reencuentros» y la cofradía salesiana no es una excepción. Las amargas lágrimas de aquel Jueves Santo se tornaron tres años después en lágrimas de emoción y alegría, también de tristeza por quienes no pudieron reencontrarse más con el Cristo del Perdón y Nuestra Señora de la Amargura y es que estos días también están siendo de recuerdo para quienes se quedaron por el camino en estos duros dos años. 

De nuevo, por segunda vez en la Semana Mayor pozoalbense, las puertas de la iglesia de María Auxiliadora del colegio salesiano abrieron sus puertas y esa bocanada de aire fresco a la apertura se encontró con una multitud que se congregó en la Plaza de los Padres Salesianos. Ahí arranca y perdura el Jueves Santo, ahí arranca otra parte de la historia de la Semana Santa pozoalbense, la que se entronca con lo que implica el propio centro educativo en la vida del municipio. 

Tiempo para ver la talla de autor desconocido que data de 1942 y que fue restaurada en 1999 por Catalina Calero y a la Virgen de la Amargura, obra de Antonio Illanes, restaurada también por Catalina Calero y Francisco Romero Zafra. Tiempo de ver las mantillas negras que son esencia del Jueves Santo; tiempo de ver cómo entre esas mantillas se cuela un pequeño nazareno, tradiciones y devociones heredadas; tiempos de custodia; tiempos de perdón y amargura. Tiempo de emocionarse con cada levantá, con cada paso hacia el destino, tiempo de Jueves Santo.